En la previa a las elecciones internas del radicalismo es necesario aclarar algunas cuestiones en respuesta a las críticas dirigidas hacia Eduardo Zimmermann, nuestro histórico dirigente y líder de la lista opositora al oficialismo de Walter Carusso y Adriana Ginnobili.

Las voces que cuestionan el pasado del radicalismo son, en muchos casos, aquellas que han transitado por diferentes alineamientos políticos, desde el kirchnerismo hasta el massismo y el macrismo. Todos quienes no quieren hablar del pasado es porque tienen algo negativo que ocultar. Este intento de deslegitimar nuestra historia es una estrategia para desviar la atención de sus propias contradicciones.

El Dr. Eduardo Zimmermann es un dirigente intachable, que ha mantenido su lealtad inquebrantable hacia los principios de la UCR. Nunca fue kirchnerista, ni massista, ni macrista. Su lucha por recuperar el radicalismo se basa en el legado que nos dejó Raúl Alfonsín, un camino que debemos seguir para reencontrar nuestra esencia.

La UCR actual no puede permitirse mantener cerrado un partido centenario y alejarse de sus bases. La experiencia de Gustavo Posse en San Isidro es un claro ejemplo de cómo algunos han desvirtuado nuestros ideales, priorizando intereses personales sobre el bienestar del partido y la comunidad.

Es tiempo de recordar quiénes somos y hacia dónde queremos ir. Apoyar a Zimmermann es apoyar un radicalismo auténtico, que respete sus raíces y trabaje por el futuro que todos merecemos.

Atentamente, Matías Agustin Giamperetti, apoderado de la lista 15 119, en respuesta a la nota de opinión publicada por este medio el 30 de septiembre, titulada Zimmermann: una falla del túnel del tiempo.