No era la primera vez que Abigail visitaba el lugar. Ya lo había hecho en 2022, cuando quedó impactada por una situación alarmante: muchos vecinos no sabían leer ni escribir. Tres años después, el panorama no solo no mejoró, sino que, según los propios habitantes, se agravó.
Durante la recorrida, Mercado y Lugones dialogaron con vecinos y expusieron las principales necesidades del barrio. Las imágenes registradas resultaron contundentes: calles deterioradas, basura acumulada y un contexto donde la violencia y la droga avanzan sin control. En ese marco, también llevaron adelante una acción solidaria previa a la Navidad, repartiendo comidas y regalos a las familias del lugar.
Alan Lugones no dudó en describir la situación con crudeza. “Acá falta seguridad, educación, merenderos… Muchas veces llega comida al único merendero que tenemos, pero no se la entregan a los vecinos”, denunció. Además, advirtió sobre el avance del narcotráfico, como ocurre en todos los barrios populares de Argentina: “El problema de acá es que avanzó mucho la droga. Están tapados de porquerías”.
El boxeador también remarcó el abandono que sienten quienes viven en Villa Trapito: “Acá tendría que haber más actividades para todos; acá no viene nadie, no nos ayuda nadie. El hecho de vivir acá ya sos marginado en la sociedad”. También, las voces de los vecinos reflejan el impacto humano de esta realidad. Un menor de edad expresó su deseo para el 2026 con una frase tan simple como estremecedora: “Que no se caguen más a tiros”. Por su parte, una vecina pidió: “Que mejore el barrio por el bien de los chicos”.
Para Abigail Mercado, la situación expone una falla estructural del Estado municipal, cuya ausencia es evidente. “Recuperar estos barrios no se logra con más planes ni más punteros, sino devolviéndole dignidad a la gente: título de propiedad, reglas claras, seguridad real y libertad para trabajar y emprender sin depender de nadie”, afirmó. Y agregó: “El Estado municipal, provincial y nacional tiene que dejar de administrar la pobreza y empezar a garantizar lo básico: seguridad, justicia, infraestructura mínima. El resto lo hace la gente cuando la dejan crecer. Yo camino los barrios y sé que la gente no quiere que la mantengan, quiere que la dejen progresar”.
La escena que más la marcó resume, según Mercado, el fracaso de las políticas públicas a nivel nacional: “Que una nena de seis años tenga miedo de jugar en la calle es la prueba más dura del fracaso del Estado. Ningún chico debería crecer entre tiros”. Y desde su postura ideológica, concluyó: “Como libertaria, creo que la primera libertad es poder vivir sin miedo; y si el Estado existe para algo, es para proteger al inocente, no al delincuente”.